El origen de comunidades indígenas donde antes no existía, llevó a Tucumán y muchas otras provincias a tener grandes conflictos violentos (quemas de casas, usurpaciones, agresiones físicas, amenazas de muerte etc). ¿Cómo se inició este proceso violento, apoyado por los poderes de turno?
Comencemos recordando y considerando que nuestro país al adherirse al artículo 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), puso la base para que aquellos que querían formar comunidades indígenas lo pudieran realizar. Aquellos que se autodeterminan indígenas, no necesitan ningún fundamento real y científico que demuestre su procedencia. Basta la autodeterminación. Simple ¿verdad? Por supuesto que el camino es simple, pero tiene sus pasos, para así poder justificarse ante cualquier conflicto legal.
Uno de los requisitos exigidos para poder obtener la personería jurídica y sobre el cual queremos escribir este artículo, es presentar a mano un relato donde ellos expliquen sus orígenes. Ciertamente esos orígenes no fueron, ni son “chequeados” por el instituto nacional de asuntos indígenas.
Todas las comunidades que surgieron en Tucumán debieron presentar ante el instituto de asuntos indígenas el relato que atestiguara su EXISTENCIA como “comunidad indígena” que habitaba un territorio de forma continua y pacífica y de tiempos anteriores a la llegada de los españoles. La ley estaba dirigida a comunidades preexistentes, no a personas individuales, que decidieran unirse y crear una comunidad, aprovechando tal situación.
¿Cómo hacer esto si no existían comunidades indígenas en Tucumán, que conservaran sus culturas y lenguas originarias? Simple. Había que inventarlas.
Ahora nos abocaremos solamente a la supuesta comunidad autodenominada “indios Lule”, de la localidad del Nogalito, Lules, Tucumán. Más adelante presentaremos la verdadera historia de cómo surgió dicha comunidad.
En el año 2003 para poder inscribirse y adquirir personería jurídica; ciertamente con el asesoramiento de varios abogados presentaron un primer relato.
Esta editorial solamente hará un análisis de ese primer relato de los orígenes, dejando para futuras notas los dos restantes relatos que presentaron con el correr del tiempo.
1° RELATO CONTRADICTORIO Y FALSO.
Quienes se autodenominan indígenas lules del Nogalito, en un primer escrito presentado al RE.NA.CI. para conseguir la personería jurídica como comunidad indígena afirmaban por escrito a mano que:
“…con la república fuimos despojados de tierras, reducidos a jornaleros o aparceros que pagamos tributos por estar en nuestra propia tierra a los nuevos terratenientes.
Con la formación de nuestra comunidad basada en el logro de una TENENCIA de tierra por parte de un abuelo nuestro don Francisco Solano, ocupamos desde hace más de 200 años este predio que ahora sufre nuevamente el embate de especuladores de tierras que ostentando poder e impunidad, pretenden despojarnos de lo poco que más de 10 familias poseemos …”
Análisis del escrito con rigor científico.
- Decir que con la República fueron despojados de tierras y reducidos a jornaleros o aparceros… es falso.
¿Por qué es falso? Porque antes de la república ya eran tierras privadas. Recordemos brevemente para el lector que no conoce de historia de la zona, que las tierras aquí en cuestión pertenecían al famoso potrero de San Genuario o Jenuario, perteneciente a los Jesuitas. Potrero que recibieron por donación en 1648 a través del hijo del capitán García de Medina quien antes lo había recibido en 1601, por Merced del gobernador de Tucumán, por ser tierras “yermas y desoladas”.
En 1767 con la expulsión de los Jesuitas se formó la Junta de las temporalidades y sacan a remate todas las propiedades de los Jesuitas.
La Junta de las Temporalidades, primero remató las tierras bajas perteneciente a los Jesuitas, luego las del medio y posteriormente las altas. Entre los potreros de las tierras medias el de mayor extensión después del potrero de Tafí era el potrero de San Jenuario o Genuario. Este potrero se dividió en dos fracciones para su remate, tomando el río grande como referencia. Del río grande hasta Mala Mala y hasta terminar el potrero de las tablas inclusive, se le denominó Potrero del Durazno. Desde el río grande hasta las cumbres de San Javier siguió con el nombre de San Jenuario o Genuario.
El Potrero del Durazno fue adquirido en 1774 por Juan Joseph Quinteros en remate a la junta de las Temporalidades. Fue Juan Joseph Quinteros quien lo dividió en tres partes para su venta. Denominando potrero del nogalito a la primera parte que comprende desde el río grande hasta el río duraznillo y potrero de las tablas a las dos restantes fracciones como bien figuran el archivo histórico de la provincia. Información que le recomendamos al Sr. Joaquín Pérez, autodenominado cacique, que busque así se instruye para no inventar historias falsas.
2. Es falso decir que fueron despojados de sus tierras y fueron convertidos a jornaleros.
Desde el año 1849 en que la tátara tátara abuelo del Sr. Joaquín Pérez comprara la estancia del Nogalito a Albeana Santillán, ninguno vivía allí y de pronto se convirtieron en propietarios no en jornaleros.
Los terratenientes que allí menciona, en ningún momento aclara el Sr. Manuel Joaquín Pérez que son sus propios familiares, ya que su abuelo vendió sus tierras y se quedaron viviendo allí donde tenían sus casas. Lo chistoso o llamativo de todo esto es que ellos están dentro de la propiedad comprada por uno de sus mismos familiares de apellido Pérez, tío del señor Joaquín Pérez y que no es ningún terrateniente.
3. Decir que tenía una tenencia obtenida por su abuelo FRANCISCO SOLANO PÉREZ desde hace doscientos años es totalmente falso. ¿Por qué es falso?
Si el atento lector presta atención le informamos que el Sr. Francisco Solano Pérez, nació en 1857 y falleció el 17 de enero de 1909, casado con Venancia Durán y no era abuelo del Sr. Manuel Joaquín Pérez, sino su bisabuelo. Haciendo un simple cálculo matemático no nos da 200 años de tenencia de tierras. Además, es cierto y verdadero que el señor Francisco Solano Pérez no tenía ninguna tenencia de tierras ya que él era propietario de sus propias tierras y que había heredado en 1905, cuando los herederos de Mateo Cruz y Cipriana Ramos hicieron el deslinde judicial a cargo del ingeniero Manuel Courel, para subdividir el nogalito en 6 parcelas, según los herederos existentes. El Sr. Francisco Solano Pérez recibió tierra en la fracción correspondiente a la heredera Lorenza Cruz, quien era su madre y era hija de Mateo y Cipriana, sobre una superficie aproximada de 1000 hectáreas.
4. El primer relato habla de no más de 10 familias que se hicieron indígenas.
Bastó ese número para que el instituto nacional de asuntos indígenas les concediera personería jurídica. ¿Las 115 restantes familias del Nogalito que no se reconocen indígenas no se las tienen en cuenta como criterio de veracidad? Pues no se las tiene en cuenta, a pesar de que por varios años vienen diciendo que todos los habitantes del Nogalito son descendientes de Mateo Cruz y Cipriana Ramos, es decir familiares y que ninguno es indígena. El Instituto Nacional de Asuntos indígenas nunca quiso escucharlos personalmente ni contestaron sus múltiples escritos. El INAI se convirtió en cómplice de la creación de esta falsa comunidad como la de muchas otras.
Es sabido que el señor Manuel Joaquín Pérez nunca le interesó esa información verídica que se encuentra en los archivos históricos, pues el responde a la ideología de generar en nuestra provincia y en nuestra patria “falsas comunidades indígenas” que se fueran apoderando de inmensos territorios y que por ley fueran liberadas de impuestos y otras leyes para uso indiscriminado e interesado. ¿Cuáles son sus intereses? ¿Quiénes están detrás de todo esto “fogoneando” a simples campesinos a convertirse en indígenas? Le corresponde a la Justicia involucrarse y averiguar. ¿Alguna vez lo hará?